3.16.2014

¡gracias josé luis!


Hola, ¿José? Sí. Estoy en Tres Cruces y me subo al taxi, dije. Ok Marina, te espero en la esquina que quedamos. A través de un panel que desafió mi volumen de voz, le indiqué al taxista la dirección. Me sequé la transpiración de la cara. El pronóstico anunciaba un frente frío, pensé y como suele ocurrir, no se cumplió. No aguanto las botas… pero son casi una parte mía, no me imagino sin mis botas… Calles de Montevideo. La misma esencia ecléctica que la argentina.
Colores. Pocitos.
Preparé el dinero. Tomé el Stalevo. El auto se detuvo, vi una cara que parecía un faro, pagué y reconocí esos ojos. Pregnantes. El encuentro no fue una escena de Lo que el viento se llevó ni de Dr. Zhivago sino el cotidiano saludo de dos personas con Parkinson. Sencillo hasta el extremo pero con esa austeridad de exiliados. Donde nada es simple, desde bajar del taxi sin sembrar nada ni chocar torpemente con la puerta, hasta arrancar a caminar.
¿Para dónde es?, pregunté. Por acá. No salía de mi asombro por ver lo pelada que era una de las cabezas más llenas que conozco. Caminamos. Hablamos. Compartimos sanwiches y cerveza, temblores y rigideces, logros y miedos, escritos y pinturas. Caminamos más.
Dos almas jóvenes con movimientos filtrados por el Pk, como de viejitos.
Conocí el taller, olor a acrílicos y óleos, Diego. Ví la exposición y a otro Diego.
La barca de Caronte.
Una uruguaya, guía de un inglés, no sabía explicar la obra. El autor lo hizo pero tuvo que empezar casi desde el Génesis. En inglés nos sacó una foto. Un café. Más charla, ahora entre Hades y la barca. Dificultades compartidas.
Espejos.
Pasamos por un ciber y vuelta a Tres Cruces. Respondí la hora estimada de arribo a mi familia que me esperaba en Punta del Este, lo más lindo de Sudamérica.
Huérfanos.
Un chivito y charla inagotable. Nunca mucho costó poco. Como cada hecho, para los que estamos con Parkinson, es una Odisea. Después de casi dos años de vivir uno de cada lado del río marrón nos conocimos.
El tiempo indicó mi partida inminente en el coche 2.
Luego del saludo subí al ómnibus. Ya no estaba. Se debía haber ido sin mirar atrás.


Así fue como conocí personalmente a José Luis Parodi, autor de la pintura de tapa de El Cuerpo no Calla. A mediados de diciembre del 2008. Es un compatriota del País del Parkinson, pintor talentoso, uruguayo, crítico agudo y amigo.


¡Gracias José!

7 comentarios:

SAFIRO dijo...

Me emociona leer sobre ese encuentro.
Me encanta la pintura de la tapa de tu libro, es bellísima!
Mis felicitaciones para los dos.

Un besote, Marina.

Anónimo dijo...

UNA RUSA Y UN UCRANIANO EN EL HEMISFERIO AUSTRAL. ¡VIVA LA DIVERSIDAD!
fmdo
un extremeño

Anónimo dijo...

exagerada!!
jose luis

adelita dijo...

Hola Margarita, siempre es un placer leerte y aprender de ti lo que es fortaleza y empuje.
Un beso
Adela

Marina Lassen dijo...

Gracias Irma, como siempre! Y saludos a Juanan!

Un uruguayo y una argentina en Montevideo. Un extremeño como vos que ve molinos de viento y... :)

Exageré José?

Adelita!! qué bueno volver a verte! Y vos hablas de fortaleza y empuje???

Besos y abrazos
M

Anónimo dijo...

Ojala los molinos no sean nunca molinos.
Que una molinera promiscua y prosaica se trasforme siempre en la mas delicada princesa.

En homenaje al hidalgo manchego por que fue capaz de alienarse de la realidad.
A Lancelot du Lac
Al propio Parodi y a sus mujeres azules.
A mi amiga Deyanira porque puso pantalones a las palabras.
homenaje a los días grises por que nos permiten colorear a nuestro gusto.
Homenaje al otoño porque baña la muerte de oro.
Homenaje a los flujos primaverales.
Homenaje a la capacidad de convertir la superficialidad en felicidad.
HOmenaje al deseo de ver la belleza incluso en la lista de la compra, juzguen ustedes:
1 kG de cebollas
medio de pepinitos
un juego de cacerolas
pan y
medio kg de filetes.
¡¡¡conmovedor!!!
Homenaje, finalmente, queridos amigos, al síndrome de Parkinson, por que aunque te joda la vida, por lo menos te es fiel siempre.
Y homenaje a EXtremadura la cuna de los mejores jamones del mundo y la peor cobertura ferroviaria.
AH
Y Homenaje a la ONU que obliga, con toda lógica, a imprimir cuando hay tormenta.

Marina Lassen dijo...

jaja, Pedro, me equivoqué, un acto fallido. QUise decir que veías como el de la Mancha, Gigantes donde había molinos. La verdad es que yo también quisiera ver todo así, pero... son molinos.